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Con su certificado a mano que lo acredita como candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), para lidiar en la disputa electoral de 2024, Abel Martínez arrojó un arriesgado alago, al proclamar muy eufórico que los peledeístas saldrán ahora a las calles “henchidos” de dignidad.
Así lo expresa un comunicado de prensa, el cual resalta, además, que “sin medir las consecuencias de sus frecuentes tropezones y el descuido en sus discursos, Abel ha vuelto a apostar al olvido de los ciudadanos y ya parece una astucia que desprecia la inteligencia de la población”.
“Cuando lo dijo, siempre muy estridente y con emociones delatadas por su lenguaje corporal, el candidato del PLD dejó escapar, a conveniencia, el detalle de que su partido tiene ahora el mayor número de prisioneros acusados de graves delitos de corrupción. Para más complicársele el caso, el expresidente República, Danilo Medina, autoridad decisiva en el PLD, tiene a dos hermanos procesados por estafa multimillonaria al Estado”, dice el escrito.
Agrega que buena parte de los colaboradores más cercanos del expresidente corren igual calamidad, algunos en prisión domiciliaria y otros encerrados entre barrotes, esperando el final de los juicios y las condenadas.
Señala, además, que “todavía no es posible medir como encararía Abel la posibilidad de que, en 2023, cuando la carretera presidencial marque la ruta hacia el veredicto en las urnas en 2024, si se cumplen las expectativas de que nuevos casos de corrupción de los últimos gobiernos del PLD estarían en camino.
“En este caso, algo más que dijo Abel, contento con su certificado de candidato a mano, es que los peledeístas saldrían también a las calles llenos de “valor y compromiso”. Esta declaración es lo más parecida a un llamado sutil para que no haya referencias sobre corrupción, un hecho de dominio público que ya se le ha convertido en Talón de Aquiles, la parte más vulnerable del cuerpo del PLD”, resalta la nota.
Añade que “tratando de buscar un buen alegato para lograr una posición correcta y ventajosa, al final terminó hundiéndose más, y arrojando más dudas sobre sus capacidades para asumir un cargo de mando presidencial. Cuando hizo una mención al legado de su fenecido líder, el profesor Juan Bosch, dejó de lado, también a conveniencia, la lucha sin cuartel del fundador del PLD contra la corrupción en todas sus formas, un atributo manchado por parte de sus herederos políticos”.
Fuente: el nuevo diario