Política
En el último semestre previo al proceso electoral, la oposición vislumbraba la fortaleza de Luis Abinader para una posible reelección, lo que generaba revuelo y llevó a la formación de Rescate RD-PLD, FUPU y PRD. La ausencia de líderes como Leonel Fernández y Danilo Medina en este movimiento creó fisuras y desconfianza en la población.
Sin embargo, los resultados electorales del 18 de febrero fueron humillantes para la oposición, con el PRM y sus aliados obteniendo victorias en 135 de los 158 municipios, y un panorama aún más sombrío en las provincias.
A pesar de la esperanza de un cambio de estrategia tras las elecciones, persisten las divisiones y la falta de un liderazgo carismático que pueda desafiar al partido oficial.
Las críticas postelectorales reflejan la profundidad de estas divisiones, con acusaciones cruzadas entre el PLD y la FUPU sobre la compra de cédulas y la supuesta política para provocar abstención. Esto se agudiza con discrepancias en la interpretación del discurso presidencial del 27 de febrero y otros temas.
La posibilidad de una alianza efectiva entre las partes parece cada vez más remota, especialmente tras las denuncias y acusaciones que han creado barreras insalvables entre los líderes políticos.
Desde la muerte de Trujillo en 1961, la democracia dominicana ha avanzado, pero persisten desafíos, especialmente en la confianza hacia la clase política.
La gestión de Abinader desde agosto de 2020 ha sido reconocida por su honestidad, justicia y transparencia, así como por su capacidad para escuchar al pueblo y admitir errores.
En medio de desafíos como la epidemia de COVID-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania, Abinader ha demostrado liderazgo y sensibilidad social, implementando políticas efectivas para controlar la enfermedad y mitigar sus impactos en la economía.
Su visión de futuro incluye proyectos ambiciosos para mejorar la salud, la infraestructura y la energía del país, lo que refuerza su posición como líder indiscutible para los próximos cuatro años.