Internacional
Con el país sumido en una grave crisis de seguridad y una campaña electoral especialmente hostil, Ecuador se prepara para elegir presidente este domingo. Los dos contendientes, el actual mandatario Daniel Noboa y la aspirante correísta Luisa González, realizaron sus cierres de campaña este jueves en Guayaquil, escenario simbólico tanto por su peso económico como por ser uno de los focos más críticos de la violencia criminal que azota al país.
Ambos candidatos reunieron a miles de simpatizantes en esta ciudad, conscientes de que el margen de victoria será estrecho. La campaña, plagada de acusaciones cruzadas, descalificaciones y golpes bajos, ha reflejado el clima de tensión que domina el país.
Noboa, que busca la reelección bajo la bandera de Acción Democrática Nacional (ADN), llenó el principal coliseo guayaquileño con sus seguidores vestidos de morado. Acompañado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien en su intervención planteó la elección como un dilema entre “socialismo o libertad”, el presidente apeló al simbolismo de su figura de cartón, popular entre sus seguidores: “Una figura de cartón que ha demostrado tener alma, el alma de lucha de los ecuatorianos”, afirmó, convencido de que el país ya ha elegido su rumbo con él al frente.
Por su parte, Luisa González, representante de la Revolución Ciudadana liderada por el expresidente Rafael Correa, desbordó una de las avenidas principales de la ciudad a pesar de la lluvia. Prometió un gobierno de unidad y aseguró que no habrá persecuciones políticas. Ha conseguido atraer apoyos clave, como el del movimiento indígena Pachakutik y del excandidato Jan Topic, quien quedó fuera de la contienda tras una polémica impugnación que atribuye al oficialismo.
Durante su discurso, González denunció una campaña de ataques personales, especialmente tras las declaraciones del empresario estadounidense Erik Prince, fundador de Blackwater, traído al país por el gobierno como parte de su estrategia contra el crimen organizado. Prince difundió un rumor sin fundamento sobre la vida privada de la candidata, lo que ella calificó como una agresión por su condición de madre soltera.
La tensión entre los candidatos se ha reflejado desde el primer debate, donde abundaron los insultos y faltó toda cortesía. Uno de los momentos más comentados fue cuando González, visiblemente molesta, exigió respeto a Noboa llamándolo “majadero”, apelativo que repitió durante el resto de la campaña luego de que el presidente la calificara de “histérica” en una entrevista.
El clima preelectoral se ha visto aún más enrarecido por dudas sobre la transparencia del proceso. González insistió en su desconfianza hacia el Consejo Nacional Electoral y llamó a sus bases a estar alertas el día de la votación ante posibles irregularidades.
Con los ánimos caldeados y un electorado profundamente dividido, Ecuador se encamina a unas elecciones cruciales, en las que no solo se decidirá quién gobernará los próximos años, sino también el rumbo que tomará el país en medio de una grave crisis de seguridad, polarización política y desconfianza institucional.